Con acento americano
14/04/18
En clase de formación de
la teoría política, antes de entrar en materia de la asignatura, el profesor
habló sobre el master de la aún presidenta de la comunidad de Madrid. Dijo que,
en los últimos años, la tasa de reposición de profesores tendía a cero, pues no
se convocan plazas para ser reemplazados. Por ello, multitud de profesores
entre los que él mismo se incluyó, dedican horas a corregir trabajos de fin de
master a coste cero.
-Esta gente se aprovecha
de la falta de información con fines políticos. Las universidades de Madrid
dependen de la Comunidad de Madrid. Es inmoral lo que dijo el otro día el
secretario general del PP, que las universidades públicas están llenas de
corrupción. Es como si robo un banco y voy al Parlamento para denunciar lo mal
que trabaja la policía porque he podido robar el banco. Es un insulto para
todos los profesionales y yo no me voy a callar.
También habló de cómo,
tradicionalmente, la URJC ha estado vinculada al PP y la UC3 al PSOE.
Una asociación de la
facultad organizó una “fiesta cuñada”, prometiendo un master por cada
consumición, y aportando caretas de corruptos condenados o que lo son indiciariamente. Con esta fiesta empezó
una campaña electoral breve pero intensa que cubrió la facultad de carteles
durante un par de días. El jueves fueron las elecciones para la junta de
facultad y el claustro. No teníamos clase hasta las 11, pero yo fui una hora
antes para ir a la biblioteca. Fui a votar cuando apenas había dos o tres
sobres en la urna. Recordé que nos habían dicho que la participación suele ser
muy baja, incluso en la mismísima facultad de políticas. El alumnado que se
presentaba lo hacía, en su inmensa mayoría, desde tres asociaciones: LUISA
(Lista Unitaria de Izquierdas de Somosaguas y Alegre), Frente de Estudiantes
(sindicato estudiantil) y Asociación de Izquierda Progresista (el nombre lo
dice todo). Izquierda, izquierda o izquierda, viva el pluralismo político.
-¿A quién había que
votar? -preguntó una chica a sus amigas-. ¿A toda la lista de LUISA?
A pesar de que cuando yo
voté apenas había un par de sobres en las urnas, a la salida de clase había
cola para votar y el hall estaba lleno de gente rellenando las papeletas. Ana, la
delegada de la clase, se sacó una foto ejerciendo el derecho a voto. En
general, estábamos bastante emocionados. Las mesas electorales por orden
alfabético del primer apellido, las dos urnas para junta y claustro, las
cortinas para que el voto pueda ser secreto, mostrar el DNI y que te busquen en
la lista… Eran unas elecciones de verdad. Se presentaron varias personas de
clase y salieron elegidas un par de chicas que se presentaban en LUISA.
Al día siguiente, Yi Lu,
Nora y yo quedamos con Cristina y Elaia, dos madrileñas que dejaron la carrera
en el primer semestre, y fuimos a comer, a una exposición de Andy Warhol y al
Tim Hortons.
Mientras tanto, en el
colegio mayor estaban en la semana de fiestas, de la cual obviamente estábamos
excluidos. El año pasado se apuntaron a las actividades, pues dejan la lista en
el tablón de anuncios, pero no les dijeron cuándo eran los torneos, por lo que
no se pudieron presentar. A lo único que fuimos es al acto de entrega de becas,
de asistencia “obligatoria”, solo que no pasaron lista como otras veces,
supongo que por la mala imagen que daría frente al vicerrector de la
universidad, allí presente.
A la bandera siempre
presente del Nebrija se le sumaron la de la Comunidad de Madrid, España y la
Unión Europea. El acto sonaba a despedida pero no sabía a tal cosa. No lo
sentía como tal, quedaba demasiado curso por delante, ni siquiera había llegado
el calor como para pensar en el final del curso.
Uno de los chicos que
recibió la nominación de colegial mayor (colegiales “muy implicados con el
colegio”) dijo en su discurso: “Ahora que accedemos a la dignidad de colegial
mayor, defenderemos las tradiciones y los principios del colegio mayor Antonio
de Nebrija”. ¿Dignidad? ¿Defender tradiciones y principios? Sonaba a medio
camino entre rito religioso y fanatismo político, y no sé qué es peor.
También les dieron
diplomas a los que terminaron estudios en el colegio o los que llevaban muchos
años, como si aquello fuera algún tipo de logro. Andreu, al terminar el master,
recibió un diploma y bromeó diciendo que era el diploma más caro de su vida. En
su discurso, el vicerrector dijo que nunca había estado en un colegio mayor, y
después criticó “esa moda de irse a piso en segundo o tercero, si está claro
que no es por necesidades económicas”. Sabrá mucho sobre la Complutense, en la
que tiene uno de los cargos más importantes, y sobre su materia de
especialidad, sea la que sea, pero no tolero que critique a los que se marchan
del colegio mayor si no sabe en qué consiste un colegio mayor. Si no ha vivido
ni visto ni siquiera escuchado que las novatadas no están extintas (ni se
extinguirán en bastantes años), si desconoce la obligatoriedad de obedecer a
normas irracionales bajo amenaza de exclusión o incluso de agresiones, si cree
que con decir que hay un ambiente fraternal en los colegios mayores gestionados
por la UCM esto mágicamente se cumple. No se lo tolero hasta que no sepa qué es
ser un novato, o mejor, un siniestro… tan solo un nuevo con fundamentos y
rechazo a principios jerárquicos comparables con el rango militar.
Vino a la facultad el
expresidente de Ecuador, Rafael Correa, y fui a ver su conferencia. El salón de
actos se llenó más incluso que cuando vinieron Garzón y Anguita, con bastante
gente de pie al fondo. Llegamos media hora antes y nos costó encontrar un buen
sitio. A los diez minutos, no quedaban asientos. Dos chicas con acento latino
colgaron a mi lado un cartel por la libertad de Lula y Jorge Glas.
-Durante la crisis de los
90, que afectó muy duramente a Ecuador, dos millones de ecuatorianos emigraron,
muchos de ellos a España porque al principio no hacía falta visa. Después, al
ver el flujo migratorio, se impuso la necesidad de tener visa. -Correa se
encogió de hombros- Nosotros recibimos a muchos españoles en la guerra civil y
el franquismo y no les pedimos visa, pero bueno. Igualmente, gracias por
aceptarnos.
El decano de la facultad
dijo que era la tercera vez que el expresidente ecuatoriano visitaba la
Complutense, donde siempre sería bienvenido.
-La neutralidad no existe
-dijo Correa en algún momento-. La buena noticia es que no es necesaria. Se
puede ser objetivo.
La conferencia trataba
sobre la situación de América Latina y qué depararía el futuro. Correa hizo
varias menciones al intervencionismo estadounidense y su histórica tendencia a
tener América Latina como su patio trasero.
-Thomas Jefferson hablaba
de la libertad de todos los hombres pero tenía 600 esclavos. Para él, esos
esclavos no eran personas. Cuando las élites latinoamericanas hablan de
libertad, hablan de su libertad. Cuando hablan de derechos, hablan de sus
derechos.
Delante de mí, una chica
le sacó una foto y escribió, en letras grandes, en alguna red social: “Porque,
claro, él no es élite ni burguesía”.
-La globalización que
defienden los neoliberales no busca una sociedad planetaria sino un mercado
planetario. No quieren ciudadanos globales sino consumidores globales.
Según Correa, el neoliberalismo
significa “sálvese quien pueda”. Defendió que está legitimado por el colapso
por la URSS, pues el mundo asumió que el orden económico actual es el único
posible. Que no hay alternativas.
Recordó quién fue uno de
los primeros neoliberales del mundo: Pinochet.
-Solamente Colombia no
tuvo dictadura en Sudamérica. En países como Guatemala, desaparecieron pueblos
indígenas completos. Ya no necesitan poner a un Pinochet, ya no hacen falta las
invasiones. Tienen el poder de veto, los bloqueos políticos, el poder judicial,
el bloqueo económico.
Defendió que la libertad
es la no dominación.
-Un error de la izquierda
ha sido negar el mercado, y el mercado es una realidad. Creo en el mercado en
la sociedad, no en la sociedad de mercado. El mercado es un gran siervo, pero
un pésimo amo.
El mercado es un gran
siervo, pero un pésimo amo. Me gusta la frase.
-Que no me hablen de
libre competencia hasta que no haya igualdad de oportunidades -añadió, y el
salón de actos estalló en aplausos-. Se llegó a hablar del fin de la historia
gracias a la democracia liberal y el neoliberalismo.
En los últimos años, el
1% de la población más rica ha incrementado sus ingresos exponencialmente
mientras que el 99% más pobre ha perdido poder adquisitivo. Del neoliberalismo
se han beneficiado muy pocos. Habló de cómo ha aumentado la inequidad en los
países más pobres y mostró una gráfica sobre el descenso de la inequidad en
Ecuador durante su gobierno. La gráfica que mostraba esta realidad estaba
ampliada de forma que se veía un descenso mucho más brusco de lo que sería a
escala real.
-Parece mucho más de lo
que es en realidad -dijo Ana, a mi lado. Le di la razón. Quienquiera que
diseñara las diapositivas se vino un poco arriba.
También habló de cómo
Europa impone sus criterios de qué es una democracia, tomándose a sí misma como
lo ideal y juzgando al resto del mundo basándose en criterios eurocentristas.
Según Europa, Ecuador es una democracia imperfecta.
-No somos perfectos, pero
molesta que se nos trate con ese etnocentrismo. Si democracia es no heredar títulos
por sangre, las monarquías europeas son menos democráticas que las repúblicas
latinoamericanas. Si democracia es participación política, países como Ecuador
son más democráticos que la mayoría de Europa. Si democracia es
representatividad, los gobiernos populistas latinoamericanos representan a la
gente mucho más que los partidos elitistas y lejanos a la gente de Europa.
Poner criterios y puntuar, basándose en que son los mejores, midiendo cuánto nos
parecemos los otros países a ellos, es etnocentrista.
Sobre el hecho de que
Estados Unidos, a día de hoy, sigue tratando a América Latina como su patio trasero
a día de hoy, Correa dijo:
-Cuando era presidente, me
pidieron poner una base militar en suelo ecuatoriano. Les dije “Claro, si ustedes
me dejan a mí construir una base militar en Miami”. Chávez me dijo “Eso nunca
te lo van a perdonar los gringos”.
Habló de muchas cosas, y
yo apunté lo que más me gustó. Aquí van unas cuantas frases más:
“Pasamos de un estado de
derecho a un estado de opinión. Cualquiera sin tener ni idea opina y publica en
los medios de comunicación.”.
“Se habla de la crisis económica
de Latinoamérica para desacreditar a la izquierda, pero la mayoría de los
países en crisis están gobernados por la derecha. Bolivia y Uruguay están gobernadas
por la izquierda y crecen”.
“¿Quieren acabar con la
corrupción? Acaben con los paraísos fiscales”.
“En la izquierda somos víctimas
de nuestro propio éxito. Las clases medias ahora escuchan otros discursos. Los
millones que salieron de la pobreza gracias a la izquierda son aprovechados por
la derecha por esa aspiración a seguir creciendo. Llaman al resto, a los que no
han podido subir como ellos, chusma, y
quieren ser amigos y votar a la gente de bien. Nos enfrentamos a una nueva
clase media que requiere un mejor discurso”.
“Cuando doy de comer a
los pobres me llaman santo. Cuando doy salida a la pobreza me llaman comunista”.
Hay una canción con mucha
memoria, con mucha memoria histórica, que dice “Y gritan ¡No pasarán! con acento americano”. Bajo el puente de los franceses
vive desde hace años un hombre sin techo en una tienda de campaña. Se dedica a
vender paquetes de pañuelos y no acepta limosnas si no coges un paquete de
pañuelos a cambio. Es una forma de sentir que se está ganando la vida. Me
pregunto si conoce el valor histórico del puente que para él es su hogar.
Dijo Juan Negrín que fue
en España donde los hombres aprendieron que es posible tener razón… y aun así,
sufrir la derrota. En la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi
vida, dijo Lorca. Un 14 de abril del que ya muy pocos se acuerdan España
decidió que ya no quería ser un país de súbditos, sino uno de ciudadanos. En
2018 estamos pasando por uno de los momentos de más desprestigio de la Casa Real,
pero el 14 de abril cada año se manifiestan menos personas. El otro día decía
Correa que tenía buena relación con las monarquías europeas pero no entendía su
razón de ser. Jordi Évole escribía hace pocos meses que quería votar en muchos referéndums
y no necesariamente sobre la cuestión territorial. Ay, la cuestión territorial,
¿acaso solo caben dos banderas en los balcones de este país? Una bandera nunca
tapa otra bandera. Las imposiciones forzadas de banderas nunca han triunfado,
al menos teniendo en cuenta que vencer es convencer. Supongo que entre tanta
lucha de patrias no cabe un momento para la memoria histórica, para la
reflexión sin propaganda, y para el planteamiento de la posibilidad de que los
problemas reales no son necesariamente aquellos de los que más se habla.
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