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Mostrando entradas de octubre, 2017

La ilusión de la democracia

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19/10/2017 Después de necesitar abrigo en Lugo en una, quizá no fría, pero al menos sí fresca noche de octubre, di por hecho que el frío también había llegado a Madrid. Ilusa de mí, si ni siquiera habían bajado las temperaturas en el resto de Galicia, cómo iban a hacerlo en la capital. Ya entrando en la cuidad, uno de esos carteles gigantes que hay a los lados de la carretera (pero uno especialmente grande, demostrando la pasta que debió de costar tenerlo ahí) mostraba una gran bandera nacional con el lema España reacciona. Vaya si reacciona, sobre todo en la capital. En Lugo vi alguna bandera suelta, pero nada que ver con el despliegue de Madrid, despliegue del que ya me había olvidado y que aquel España reacciona me recordó que esto está aún lejos de terminar. Un termómetro de una parada de autobús marcaba 26º a las 9 de la noche. Al bajar del bus comprobé que no se equivocaba; el bochorno era comparable a cualquier noche de verano. El lunes fue un día trágico. Al pasa

Tanto odio que da miedo

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10/10/2017 Ayer, nada más entrar en la facultad, me percaté de que el suelo parecía más limpio, más blanco. Una “mancha” de suelo impecable se extendía donde solía estar escrito el mensaje de solidaridad con Cataluña. Después de una semana probando todo tipo de productos para limpiarlo (con sus respectivos olores que inundaban la primera planta), consiguieron sacar la suciedad que debía de llevar ahí incrustada desde el origen de Somosaguas. También consiguieron borrar el mensaje. Donde una especie de tinta azul declaró que “no en nuestro nombre” hace poco más de una semana, ahora el suelo tiene un color crema más claro, delatando que ahí hubo algo. Con el paso de los días o de los años, después de que miles de pies hayan caminado por el hall de Políticas y Sociología, la gente irá poco a poco olvidando el asunto, hasta que un día el suelo recupere la homogeneidad y nadie sospeche que el 3 de octubre de 2017 el hall de Somosaguas amaneció protestando. Hace unos días leí u

Hablemos, Parlem

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6/10/2017 Esta mañana, crucé Madrid en autobús, recorriendo una línea entera, desde la primera hasta la última parada. Vi subir y bajar a gente, la mayoría adultos que iban a trabajar o padres con niños que acompañaban al colegio. Una niña pequeña, de unos seis o siete años, jugueteaba con la chaqueta del uniforme escolar mientras le contaba emocionada a su madre la excursión que tenían organizada. -Y dijeron que vamos a ir todos con banderas. Yo me quiero pintar una aquí, aquí y aquí -dijo, señalándose las mejillas y la frente. Mirando por la ventana vi una tienda de cereales muy extravagante y cuyo nombre me sonaba. ¡Claro! El día del juicio de Rajoy en la 1 se habían dedicado a echar un reportaje sobre cereales y yo lo había visto entero. La tienda alrededor de la cual giraba el reportaje era aquella. También pasamos al lado de varias embajadas, edificios grandes y bien cuidados que lucían una bandera y un cartel informativo sobre

Gallegos ilustres

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4/10/2017 -¿Hay algún gallego en clase? -fue lo primero que preguntó la mañana del miércoles el profesor de Introducción al Derecho Público, el único con el que todavía no habíamos tenido clase. Anxo y yo levantamos la mano. -Soy Manuel Sánchez de Diego Fernández de la Riva. Apréndanselo. No hay nada más frustrante que cuando tus alumnos preguntan por ti como “ese gordito que enseña derecho y comunicación audiovisual”. Y soy gallego, por eso preguntaba. “Apréndanselo”. Sonaba a veterano en un colegio mayor. Si viajando no te encuentras a ningún gallego, es que no estás viajando bien. -Usted, el gallego, ¿cómo se llama? -preguntó, mirando a Anxo. -Anxo del Riego. -¿De dónde es? -De Vigo. -Vigo, vale. Podría traernos unos peixes por Navidad. ¿Y usted? -Sonsoles Quiroga. -Un apellido muy gallego. ¿De dónde es? -De Lugo. -Conozco a una chica de Lugo -me dijo su nombre-. ¿La conoce? -Mmmm… No. La clase se echó a reír. Vale que Lugo es poco más

Y la vida sigue

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3/10/2017 Llegó el 1 de octubre, con todas sus consecuencias pero, tras 24 horas y como cualquier otro día, acabó, dejando tras de sí terribles portadas de periódicos, varios cientos de catalanes heridos, un país más dividido que casi nunca… bueno, y un 2 de octubre. Desoyendo el consejo de mis profesores, he rehuido de la prensa. Por una vez, no quiero saber más de lo que pasó, no quiero ver más imágenes de políticos de traje votando o criticando votaciones ilegales mientras mandan al pueblo en su nombre, diciendo los de uno y otro bando defender la democracia… desde la seguridad de sus hogares, quizá viendo las imágenes de la violencia que ellos han causado, sin querer aceptar lo sencillo que era haber evitado la sangre. Me acuerdo del chico de Moncloa, el que mostraba orgulloso su bandera. Pienso en otros muchos chicos y chicas que defendieron ayer otra bandera y unas urnas. Me pregunto si todavía creen en los políticos sin corazón que los han abandonado a su suerte. Pero,

Uno de octubre

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1/10/2017 Espero que nadie haya malinterpretado mi última entrada (obviamente hago esta aclaración porque alguien la ha malinterpretado). Respeto la bandera española, pues es el símbolo de mi país, un país y una bandera que me pueden gustar más o menos y cuyas acciones voy a justificar siempre que sean justificables. No pretendía criticar a aquellos que se han vestido de rojo y amarillo como preparación para el 1-O, solo intentaba entenderlos. Ya tenemos unas autoridades que defienden la legalidad y la bandera; no es necesario tomar cartas en el asunto, escoger un bando, asegurarse de que la gente sabe que Madrid es territorio constitucional. Desde mi ventana, más que un acto de orgullo o patriotismo, parece una especie de preparación para una guerra de la que todos vamos a salir perdiendo. A día uno de octubre, me pregunto si ya solo caben 16 banderas dentro de la que compartimos. La noche del 30 de septiembre, cené con los siniestros, como cada día desde entonc