La ilusión de la democracia
19/10/2017 Después de necesitar abrigo en Lugo en una, quizá no fría, pero al menos sí fresca noche de octubre, di por hecho que el frío también había llegado a Madrid. Ilusa de mí, si ni siquiera habían bajado las temperaturas en el resto de Galicia, cómo iban a hacerlo en la capital. Ya entrando en la cuidad, uno de esos carteles gigantes que hay a los lados de la carretera (pero uno especialmente grande, demostrando la pasta que debió de costar tenerlo ahí) mostraba una gran bandera nacional con el lema España reacciona. Vaya si reacciona, sobre todo en la capital. En Lugo vi alguna bandera suelta, pero nada que ver con el despliegue de Madrid, despliegue del que ya me había olvidado y que aquel España reacciona me recordó que esto está aún lejos de terminar. Un termómetro de una parada de autobús marcaba 26º a las 9 de la noche. Al bajar del bus comprobé que no se equivocaba; el bochorno era comparable a cualquier noche de verano. El lunes fue un día trágico. Al pasa