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Mostrando entradas de noviembre, 2018

La Resistencia

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Volver a Madrid después de un mes en el pueblo se hace raro. Aunque no puedo evitar reconocer que echaba de menos el transporte público, las actividades constantes y el no parar de una ciudad con tanta prisa que parece haber olvidado lo que es el descanso. Lo que es el silencio absoluto del amanecer en la sierra, tan solo interrumpido por el canto de los pájaros y, como mucho, las pocas vacas que quedan en el pueblo bebiendo del pilón. Por inevitable que sea su muerte, por muy cerca que esté de llegar, no puedo evitar repetirlo: ¡larga vida a los pueblos pequeños! Mis queridos siniestros soportaban el principio de curso entre la frustrante impotencia y el inevitable conformismo que ocasiona nuestro papel en las novatadas. Veían a los nuevos siendo acosados sistemáticamente “por su bien”, siguiendo un paternalismo llevado al absurdo, un autoritarismo sin posible justificación, porque siempre primaría la libertad de los nuevos sobre su supuesta integración, incluso si no hubiera alte

En la plaza de mi pueblo

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La última noche de fiestas fue la entrega de premios a las distintas actividades y juegos que se habían organizado a lo largo de la semana. No pude evitar fijarme en que, en los de adultos, casi todos los premios se los llevaban hombres. De hecho, tan solo había una mujer premiada, la chica del equipo de fútbol que ganó, aunque apenas si había tocado el balón en todo el torneo. -Es que sois menos -dijo un amigo, cuando se lo comenté. -¿Somos menos o participamos menos? -le pregunté, consciente de la respuesta. ¿Por qué participamos menos? Terminó la entrega de premios y empezó la música. El principio de las verbenas no me gusta nada. Canciones de reggaeton que todo el mundo canta sin pararse a escuchar la letra, o quizá simplemente asumiendo que el mundo es terriblemente machista y hay que asumirlo para poder bailar. Pero, a medida que avanza la noche, suena alguna canción de Amaral, el inconfundible Vals del obrero, una Legalización llena de ritmo, un vigoroso We are the cha