Bienvenidos a la República Independiente de Somosaguas
26/09/2017
Así se presentó el profesor de Historia política y social
del mundo contemporáneo, esta mañana. Antes de hablarnos de su asignatura, nos
introdujo a una de las facultades que más pasiones levanta en el país;
opiniones, muchas veces, de gente que nunca la ha pisado. En la facultad de
Políticas y Sociología de la UCM, nacen cada año montones de asociaciones,
movimientos estudiantiles, manifestaciones sin precedentes y hasta partidos
políticos (hecho que hizo que España se fijase en Somosaguas y descubriera allí
un núcleo de libertad sin límites, ganas de cambiar las cosas y sed de
verdadera democracia). Las pintadas de las paredes, esas frases e imágenes con
montones de significados, no son nada comparado con la vida que se respira por
los pasillos. Alguien te da la fotocopia de un artículo sobre la
autodeterminación de los pueblos mientras ves a la asociación LGTBI pintando un
mural y a los de MUN (Modelos de Naciones Unidas) informando sobre los muchos
viajes que hacen cuando se clasifican para ir a debatir a otras universidades. Al
fondo del pasillo, un tiburón con un lazo rosa representa al equipo de rugby
femenino, mientras un cartel que se lee desde la entrada anuncia la primera asamblea
del Frente de Estudiantes, abierta a toda la comunidad educativa para conocer
el movimiento sindical de la facultad. Los frikis charlan con todo el que se
acerca a su mesa, decorada con juegos de mesa e imágenes del Señor de los
Anillos (El Señor de los Dadillos, creo que se llaman), al lado del puesto de
los antifascistas. Los múltiples corchos rebosan carteles informativos sobre
más asociaciones y clubes culturales y deportivos, además del programa de
mentoría, recomendado para los de primero. En el interior de las
puertas de los baños de las chicas, hogar traicionar de pintadas insultantes y
declaraciones de amor, se pueden leer mensajes inspiradores, de igualdad y
lucha social, como “Replantéate todo lo que creías saber, cuestiona lo establecido,
extráñate de lo familiar. Reconstruyamos la sociedad junt@s” o “Creatividad es
ver lo que todxs han visto y pensar lo que nadie más ha pensado”, acompañados
de dibujos hermosos. Sin duda, la República Independiente de Somosaguas se ha
ganado su reputación.
-Esta es una facultad… especial, supongo que ya os
habréis dado cuenta -dijo el profesor de Historia esta mañana-. La vida universitaria no está al completo si no os involucráis en
alguna asociación. Hay tanta iniciativa estudiantil que muchos llaman a esta
facultad la República Independiente de Somosaguas.
Espero que tenga razón. Al menos, eso
parece.
Los tres profesores con los que tuve clase hoy parecían
satisfechos de estar allí (supongo que, en parte, porque, según nos explicaron,
nuestro doble grado tiene muy buena reputación) y sus asignaturas son
prometedoras. Me senté entre Paula, la canaria, y Sergio, un murciano. A la
salida, dejé mi correo electrónico para que me enviasen información sobre los
MUN y quedé con gente de clase para ir a la asamblea del Frente de Estudiantes,
el jueves.
Después de comer, Marta y Mariam me preguntaron si ya
había pagado para la fiesta del sábado.
-¿Qué fiesta? -pregunté, extrañada.
-La capea. Tienes que venir, vamos a pasarlo genial. Va a
haber bebida y dura de las tres de la tarde a las tres de la mañana.
-A mí no me van esas cosas… -repliqué.
-Es obligatorio ir, lo dijeron los veteranos.
Obviamente, no voy a ir. Les di la razón por no discutir
con ellas, pero no pagué la cuota. Vaya, hoy era el último día para pagarla,
qué pena.
Por la tarde, los nuevos tuvimos una reunión con una
psicóloga que se declaró imparcial ante las novatadas (mentira). Después de
media hora en que habló de la autoridad y la influencia de la sociedad sobre
los individuos, acabó diciendo que las novatadas había que probarlas, no se
podía decir que se estaba en contra de ellas sin saber cómo eran. Que les
diéramos una oportunidad. Que lo mejor era pasarlas, que al final se ganaba
mucho y se perdía muy poco. Que no podemos llegar con la idea de los reportajes
de la Sexta en Equipo de Investigación, auténticas barbaridades que ya no se dan
en el Nebrija. Hago énfasis en el “ya no se dan”, pues hasta hace pocos años se
daban, y se supone que en los últimos años las novatadas acabaron con dos
víctimas mortales en los colegios de mi zona. Por mucho que haya bajado el tono
de las novatadas (sobre todo en el Nebrija, probablemente uno de los colegios
donde mejor se lleva lo de ser nuevo), me parece una barbaridad que aún se
defiendan institucionalmente.
Salí de la reunión con cara de incredulidad. Bajé a cenar
y me senté al lado de un chico, también nuevo, al que había visto en la
reunión. Le pregunté qué opinaba sobre ella.
-Vaya con la psicóloga imparcial… Si estaba totalmente a
favor de las novatadas. Me intriga la dirección del colegio, la verdad. Primero
declaran que las novatadas están terminantemente prohibidas y llevarlas al cabo
puede ser motivo de expulsión y luego traen a una psicóloga para convencernos de
que es nuestra obligación subordinarnos al grupo.
Cierto. De hecho, empezó la charla como una clase de
psicología social, hablando sobre la influencia del grupo sobre los individuos.
Comenzó mencionando que a veces era para mal, pero en seguida aseguró que
muchas otras no eran ni positivo ni negativo y, en ocasiones, como con las
novatadas, era para bien. Por nuestro bien.
David, de Toledo, tenía un punto de vista parecido al
mío. Vinieron otras personas a sentarse en nuestra mesa y, curiosamente, nuevos
y veteranos, todos estaban en contra de las novatadas. Creo que somos una
mayoría silenciosa, la de los antisistema que cumplimos las normas, evitando
las novatadas. Algunos nos negamos rotundamente a formar parte de ellas pero
otros se muerden la lengua y obedecen. Es fácil convencerte para que te unas.
Eres nuevo, no conoces a nadie, y te amenazan de que si no participas te
dejarán de lado, prometiéndote montones de amistades que ganarán entre sonrisas
y lágrimas. Para presumir hay que sufrir, ¿no? Patético.
Todo esto de las novatadas me recuerda al experimento de
la cárcel de Stanford, llevado a cabo en 1971 pero que, yo creo, hubiera
llegado a los mismos resultados en cualquier momento de la historia. En esta
cárcel ficticia, varios voluntarios universitarios se tenían que comportar de
presos y otros de carceleros. Los primeros asumían su rol de inferioridad y,
los segundos, se hacían con el poder. El experimento consistía en que los
carceleros mantuviesen el control de la cárcel, pudiendo usar vejaciones leves
e insultos sin importancia para lograrlo y, a los pocos días, los carceleros se
pasaron de la raya, pegando palizas a los presos, cosa que no se les había
ordenado en ningún momento, y separando a los presos “malos” del grupo (cómo
recuerda a la marginación de los renuncios, aquellos nuevos que se niegan a
participar en novatadas). Pero eso no es lo peor. Los presos, conscientes de
que los carceleros estaban abusando de su poder, aceptaron el castigo como si
se lo merecieran por un delito que no habían cometido. Lo veteranos tienen la
porra. Los novatos han cometido el grave delito de tener dos años menos. Pero
no pasa nada, que solo es un juego de roles…
Lo fui hablando en el bus de vuelta con Ana, una
madrileña de mi clase. Las dos estamos en contra de las novatadas. Ella destacó
que hay gente que las compara con los fascismos. La verdad es que encuentro
varias cosas en común: el autoritarismo, el abuso de poder, la justificación y
que cualquier demócrata debería estar radicalmente en contra.
Después de cenar y animada por el ambiente anti-novatadas
que se había creado en nuestra mesa, me apunté a varias asociaciones (me enteré
en el momento de que ya habían colgado los carteles para inscribirse), entre
ellas, la de debate. Qué ganas le tengo a esa… Ahora que lo pienso, nosotros podríamos
crear una asociación anti-novatadas. Somos muchos los que pensamos así, y al
menos podríamos ayudar a los que llegan nuevos y se sienten confundidos al
encontrarse en una residencia anti-novatadas que fomenta y promueve las
novatadas. Cuánta democracia, cuánta transparencia, cuánto queda por cambiar en
el mundo.
Después de cenar, estuve jugando al futbolín con varios
anti-novatadas. Cuando marqué un gol, el chico que jugaba del otro lado dijo:
-Novata, no me marques goles.
-¿O qué? -respondí, mirándolo desafiante. Sé que lo decía
de broma, no literalmente, pero yo ya estaba bastante quemada con el tema. Negó
con la cabeza, supongo que consciente de su error.
Ya basta de novatadas, humillaciones y amenazas. Dicen
que sirven para hacer amigos pero, el domingo, cuando creí que tenía amigas
porque estaba al borde de la histeria por las novatadas y tres niñas vinieron a
ayudarme, en cuanto una veterana las mandó subirse a una fuente y hacer el
ganso, me dejaron sola y allá fueron, sin mirar atrás. Mi amistad o el miedo.
Qué fácil es el chantaje emocional.
Cada noche, escucho a un grupo bastante numeroso de
chicas cantando a pleno pulmón desde el parque del oeste, al lado de mi
habitación. Están gritando hasta bien entrada la madrugada. Las veteranas
dirigen el coro y, si no les gusta cómo lo hacen, bien porque no gritan lo
suficiente, bien porque tienen muy asumido el rol de carceleras, las ponen a
hacer sentadillas, flexiones y cosas por el estilo. ¡Pero si solo lo hacen por
su salud, el deporte de madrugada es bueno, la humillación une! Mientras
escribía, me asomé a la ventana. Acababan de poner a todas a hace flexiones,
entre juramentos, insultos y demás vejaciones, porque, al parecer algunas no
gritaban lo suficiente.
Residencias universitarias, alimentando el conformismo y
el miedo de los jóvenes que fundarán las sociedades del futuro. Obedece o
atente a las consecuencias.
Algunas citas de mi profesor de Historia, de esta mañana:
“Soy historiador y no creo en la repetición de la
historia. Creo en el aprendizaje.”
“La duda es una buena compañera de la investigación. No
hagamos afirmaciones tajantes.”
“La historia no solo nos enseña cómo hemos llegado al
presente, también sirve para ver lo distintos que somos de nuestros
antepasados. El pasado es un país extraño.”
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