Poemas, programas de radio y elecciones
19/12/17
Por la mañana, leo los
titulares de algún que otro periódico. Una noticia me llama la atención: un
profesor de la UB llama “ser repugnante” a Iceta. Lo considero injustificable,
aunque tampoco me parece tanta noticia. Desgraciadamente, se han normalizado los
insultos sin argumentos a uno y otro lado. Yo tengo un profesor que llama
pulpos y nazis a los independentistas y luego nos pasa sus artículos para que
los leamos.
En los últimos días antes
de las elecciones, parece que los independentistas se alejan de la mayoría
absoluta, según un sondeo. Llevo visto tantas encuestas y sondeos sobre las
elecciones del 21-D y nadie se pone de acuerdo: que si gana Ciudadanos, que si
ERC, que si JxCat, que si independentistas, que si constitucionalistas… Pase lo
que pase, será una sorpresa en la misma medida que esperado.
Al estar ocupado el salón
de actos por el coro, los de teatro vamos al salón del rey, que le debe su
nombre al enorme retrato que preside la sala, el de no sé qué rey de hace un
par de siglos. Pero al lado del inmenso retrato, una foto no precisamente
pequeña de Felipe VI que produce tantas simpatías como antipatías en la
dirección y entre los colegiales.
Leyre nos contó cómo un
chico de su pueblo (el hijo del alcalde, un senador del PP) vino a estudiar a
Somosaguas y (desconozco la versión imparcial) se enfrentó a un grupo por
defender al PP y acabaron en una pelea, le pegaron una paliza y dejó la
carrera. Así lo contó el chico, vaya. En el pueblo de Leyre, un pequeño
municipio de Soria, cuando ella dijo que iba a estudiar a la Complutense, todos
la advirtieron de que no se acercase a Somosaguas, que son todos unos rojos.
Ese mismo día, Andrés nos contó que él había participado en las novatadas hasta
la última semana porque le dejaban bastante en paz cuando se negaba a hacer
algo. La razón por la que se habían ablandado es porque una chica dejó el
colegio y los denunció por las novatadas. Tuvieron reuniones en las que
borraron los grupos de WhatsApp, fotos y vídeos sobre las novatadas, en un
intento por destruir las pruebas. A Andrés no le disgustaban del todo las
novatadas (a pesar de que fue testigo de cómo en no pocas ocasiones, aunque no
contra él, las novatadas implicaban violencia), con ellas conocía a gente,
aunque de poco le ha servido de mucho si ahora viene con los siniestros.
Supongo que solo conservará las verdaderas amistades.
Una curiosidad: las
veteranas que nos ignoraban antes del día del futbolín y que nos miraban con
desprecio hasta el debate del otro día ahora no solo nos miran de igual a
igual; ahora hasta nos saludan.
Se acerca la Navidad, y
con ella las decoraciones navideñas inundan la ciudad. En cierto modo. Las
calles están teñidas de color, pero no precisamente por figuras de Papá Noel,
sino más bien por las mismas banderas que ya estaban ahí en septiembre. Una
Spanadian estudiando en Barcelona nos envía una foto de una fachada llena de esteladas y una bandera canadiense
ondeando entre todas las independentistas. Aquí, en Madrid, algún que otro Papá
Noel intenta trepar entre tanto balcón patriota. Buenas Navidades nos esperan.
Por lo menos las luces de las calles sí que son apolíticas, simplemente bonitas
para todos los gustos, conmemorando una festividad que esperamos poder celebrar
tranquilos.
Llegó el viernes, y con
él la cena de Navidad en el colegio mayor. A pesar de que no nos apuntamos en
su momento, los mismos con los que discutimos por el futbolín nos ofrecieron
apuntarnos fuera de plazo. La mitad de los siniestros querían cenar fuera,
mientras la otra mitad, yo entre ellos, preferíamos cenar en el colegio,
aprovechando la calidad superior de la comida aquel día y que no había que
pagar nada extra. Al no llegar a ningún acuerdo, nos dividimos en dos grupos.
El concierto de Navidad mereció la pena y la comida estuvo muy bien, pero el
ruido era insoportable. “Y si Laura quiere ser de nuestra banda, ha de beber ha
de beber toda la copa. Arriba, abajo, culín culín culín” coreaban mientras
Laura, ejemplo ficticio de cómo repitieron el ritual por lo menos una treintena
de veces, se levantaba y se bebía la copa de vino de un trago, para “ser de su
banda”. Nos estaba entrando dolor de cabeza de tanto oírles gritar sin pausa
durante horas. A mi lado, Julio leía algo en su móvil. Le pregunté qué era; un
poema. Lo leyó en alto y acabamos recitando poesía de autores antiguos y
modernos, desde autores del Siglo de Oro hasta el ¿Qué fue de los cantautores? de Luis Pastor, pasando por la Canción del Pirata de José de Espronceda
y autores de la guerra civil. Después de cenar, pusieron música en una
improvisada discoteca en el casinillo.
-¿Podremos escuchar la
música sin haber pagado la cuota o deberíamos taparnos los oídos? -le pregunté
a Leyre, en broma.
Me quedé en aquel intento
de discoteca hasta que sonó una canción que conocía (pasaron un par de horas
hasta que me supe la letra de una). Aquella noche hicieron sonar la alarma de
incendios varias veces y, como sabía que era intencionadamente, ni siquiera
llegué a despertarme. Creo que, como Pedro y el lobo, si algún día hubiera un
incendio de verdad nadie se lo tomaría en serio.
El día siguiente, el
sábado, lo pasé en Brunete, y el domingo, después de tantas derrotas, por fin
una victoria. Estaba estudiando, justo después de comer, cuando Pablo, el
profesor de el ya terminado curso de oratoria, me envió un mensaje ofreciéndonos
ir a su programa de radio para la parte de debate. Dijo que teníamos que ser
dos, que preguntase a José Luis y Alberto (los otros dos componentes del equipo
de debate cuando fuimos al CMU Isabel de España), y que el debate sería sobre
un tema navideño: cuándo es mejor recibir regalos, si por Papá Noel o por los
Reyes Magos. A José Luis le parecía un tema ridículo y Alberto no estaba en
Madrid, así que fui rápidamente a la biblioteca, donde sabía que estaban Julio
y Leyre, para convencer a alguno de ellos. Los dos tenían que estudiar (igual
que yo, pero no todos los días le ofrecen a uno ir a la radio), pero conseguí
convencer a Julio, ateo y anticapitalista, para defender la Navidad. Me pidió
que, si nos daban a elegir, él pudiera defender a los Reyes Magos, porque al
menos eran autóctonos y le tiene poco cariño a Estados Unidos, y a mí no me
importó ceder. Para mí, ambos son versiones de lo mismo, unos más religiosos,
otro más americanizado, pero todos leyendas convertidas a la nueva ideología
del consumismo.
Aquella noche casi
llegamos tarde a la radio. Nos la jugó Google Maps. Con la de veces que me ha
dejado tirada, no sé por qué me sigo fiando. Supongo que porque no hay ninguna
alternativa, a menos que yo conozca. A cuántos ámbitos se puede llevar esta metáfora…
Al llegar, con el tiempo
justo, Pablo nos preguntó que quién defendía a los Reyes. Julio, republicano
convencido, estaría defendiendo la triple monarquía. Pablo le dio una corona de
princesa que apenas le servía. A mí, un gorro rojo de Papá Noel. La imagen era
bastante curiosa. Leyre, que nos estaba viendo en vídeo, antes de que empezara
el debate envió un mensaje por el grupo: “Julio, pregunta seria, ¿qué haces con
una corona?”. Empezó el programa y en la primera parte Julio y yo iniciamos un
debate bastante cómico sobre por qué Papá Noel se ha modernizado y no maltrata
a tres camellos para trasladar millones de regalos, cómo esperar hasta enero por
los regalos es bueno para la paciencia o un suplicio innecesario, el origen y
diversas versiones de las distintas leyendas… La segunda parte consistió un
análisis del lenguaje del cine por Paco, el que nos había ayudado a preparar el
torneo de debate, sobre el discurso final de la película El gran dictador, de Charles Chaplin.
“Soldados, en nombre de
la democracia, debemos unirnos todos.”
La tercera y última parte
del programa consiste en una entrevista: esta vez fue a un profesor de la
Complutense. En el programa anterior habían llevado a Rubalcaba, y al siguiente
llevaron a Monedero, pero a nosotros nos tocó cuando llevaron a un profesor de
la Complutense. En realidad, no sé de qué me quejo, si lo pasamos como enanos.
Costaba tomarse en serio a un oponente con corona de princesa, pero este debate
no estaba pensado para ser tomado en serio.
22/12/17
En clase de derecho
habíamos hecho una porra sobre las elecciones en Cataluña. La mayoría de nosotros
estimábamos mayoría absoluta independentista, otorgando a JuntsxCat y ERC los
mismos escaños que tenían o alguno más. El profesor nos reprochó no darnos cuenta
de que el procés supondría un
desgaste político para ellos, que la CUP mantendría sus escaños por la
fidelidad de sus votantes, el PP caería drásticamente, y Catalunya en Comú
Podem tendría la clave para dar el Gobierno a independentistas o
constitucionalistas. En lo único en lo que acertó es en la caída del PP. Como
nosotros, la clase, dijimos, los independentistas mantuvieron su mayoría
absoluta. En la guerra de trincheras no se suele avanzar mucho en territorio
enemigo, es probable que esto se convierta en una guerra de desgaste.
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