Todo lo posible, incluso lo imposible
7/3/18
Leyendo la última
ocurrencia de un tal Mariano Rajoy («Haré todo lo que pueda y un poco más de lo
que pueda, si es que eso es posible. Y haré todo lo posible e incluso lo
imposible, si es que lo imposible es posible»), me tranquiliza pensar que un
individuo con tal oratoria es nuestro presidente del Gobierno. Me preocupa por
el país, claro, pero me tranquiliza a título personal, pues veo que uno puede
llegar a cualquier sitio sin fluidez en su propio idioma, o a pesar de perder
torneo tras torneo de debate. Si el vecino del alcalde ha llegado a presidente,
yo también puedo triunfar en la vida.
El otro día, en
atletismo, hablando con Carlos, el entrenador, no sé por qué acabé diciendo que
soy mala en mi prueba, lanzamiento de martillo.
-¿Quién te ha dicho eso?
-preguntó Carlos.
-Nadie. Yo.
-Pues no digas eso -se
quedó un momento en silencio-. Siempre habrá otros que te lo digan, y tampoco
dejes que lo hagan. A mí, cuando me preguntan si soy bueno, siempre digo que
depende.
¿Que depende? Por si aún
no había quedado claro, mi entrenador aquí también es gallego…
-Claro, me preguntan que
si voy a ir a los Juegos Olímpicos y les digo que no. Entonces, les digo que
soy bueno o malo dependiendo de con qué mortal me comparen.
Allí, en el grupo con el
que entreno, reina bastante la filosofía de que para hacer algo primero debes
creerte capaz de hacerlo. Mente positiva para conseguir resultados positivos.
No me permito el llevarles la contraria porque, al fin y al cabo, aunque no
diga explícitamente que yo soy mala, ellos son mucho mejores que yo. Tienen
legitimidad para seguir la filosofía que quieran.
Esta mañana, después de
desayunar con Leyre, se despidió diciendo:
-Que no te adoctrinen
demasiado.
Tenemos esa broma, sobre
todo desde que vio mi facultad. No se parece demasiado a la de derecho. De hecho,
media hora más tarde, nos pasó una foto de un folleto que se encontró en su
clase, bajo el título de “¡Nos rebelamos contra su dictadura feminista!” con el
yugo y las flechas falangistas y un símbolo feminista tachado. Creo que el
título habla por sí solo, pero podría destacar que, según el folleto, se nos
impone la doctrina de la ideología de género por rojos profesores, incentivando
el odio, denigrando nuestra religión cristiana, amenazando a heterosexuales y a
aquellos que no secunden la huelga… por lo que ofrecen una “revolucionaria
alternativa falangista en la que predominan unos valores augustos propios de
damas y caballeros”.
-Sí, hay falangistas en
mi facultad -nos explicó Leyre.
Después de ver el
inspirador mensaje que se encontró Leyre en su clase, yo revisé mi correo de la
universidad para comprobar que había recibido varios correos del decanato de mi
facultad, donde se nos explicaba la huelga del día 8, se adjuntaba un
comunicado del Decano apoyando la causa de la huelga, y se especificaban varias
actividades sobre la huelga que tendrían lugar en la facultad durante estos
días.
“Que no te adoctrinen
demasiado”, había dicho Leyre.
Esta mañana, un profesor (digamos,
simplemente, que no es mi favorito), me preguntaba por mi nombre.
-Sonsoles -dije.
-¿Sonsoles? ¿Eres de Ávila?
-Yo no. Mi madre.
Asintió.
-Mi mujer se llamaba
Sonsoles -dijo, todavía asintiendo-. Se cambió el nombre.
La clase entera se echó a
reír. Él también.
-No, pero porque es medio
boba.
Impresionante. Había
pasado de un comentario pertinente a quedar mal conmigo, con la clase y hasta
con su mujer, en una cuestión de diez segundos.
Hablando de profesores,
hoy Aya y yo nos pasamos una hora que teníamos libre investigando sobre la
ideología política de nuestros profesores. A diferencia del semestre pasado, en
que no pudimos deducir prácticamente ninguno, encontramos material interesante.
El profesor cuya mujer “se llamaba Sonsoles” compartió en Twitter una
publicación de Podemos recientemente. El de Formación de la Teoría Política,
que suele soltar bastantes pullas a Ciudadanos, hay quien dice que es podemita,
pero en su Facebook comparte artículos periodísticos escritos por él en que
habla del auge, cambio y posible decadencia del partido, desde un punto de
vista bastante crítico, aunque, sin lugar a dudas, es de izquierdas. El de
Estructura y Dinámica de la Sociedad Internacional dijo ayer, hablando sobre la
necesidad de la perspectiva de género en el análisis de los conflictos armados:
-La idea liberal de que
todos somos iguales porque tenemos la misma situación de partida se cae por su
propio peso y es una ofensa a la inteligencia.
Otra profesora, no
recuerdo cuál, había formado parte de las listas de Podemos en 2014.
Adoctrinados nos tienen. Cuánto me alegra haber elegido esta facultad.
Ayer en clase dimos la
estructura de la seguridad internacional. Hablamos del ius ad bellum (derecho de la guerra), la legalidad y legitimidad de una guerra, las razones por las que
un país puede ir a la guerra con otro, como legítima defensa, amenaza de la paz
y seguridad internacional y autodeterminación de los pueblos. Con este último,
nos echamos a reír. “Venga, dilo”. ¿Cuánto tardaría la palabra Cataluña en
salir?
-Sin embargo, Quebec no
podría levantarse en armas alegando esta causa, porque no está en la lista de
colonias que elaboró la ONU.
El territorio colonial
que sí está en esa lista es Gibraltar. Si quisieran la independencia y agotasen
el resto de vías, tendrían legitimidad para levantarse en armas y la ONU
tendría que animar al resto de países a apoyarlos. Claro que, Gibraltar está
bien como está.
En contraposición con el ius ad bellum está el ius in bello (derecho en la guerra), que
se divide entre el derecho de Ginebra (distingue entre objetivos de guerra
legítimos y no legítimos, protege a los civiles de ataques indiscriminados,
aboga por la ayuda de una organización humanitaria imparcial,
independientemente de quién tenga razón, trata a todos por igual basándose en
el alivio de sufrimiento humano) y el derecho de La Haya (regula los medios,
las armas prohibidas).
Los crímenes de guerra no
prescriben y la responsabilidad penal es individual. No se puede invocar a la
jerarquía militar. Aquellos que cometan crímenes de guerra deben ser juzgados
según el código civil y en tribunales del país en cuestión, pero cuando un país
no lo hace, se produce el principio de jurisdicción universal.
-Uno de los principales
impulsores del principio de jurisdicción universal fue, irónicamente, Baltasar
Garzón, para poder juzgar a Pinochet. Se puede apelar a este principio cuando
hay delitos de genocidio, delitos de lesa humanidad y delitos de guerra
-explicaba el profesor-. Pongamos por caso un hipotético país que, en un
proceso de transición democrática después de una dictadura, aprobase una ley de
amnistía según la cual prescribieran todos los delitos de guerra y de lesa
humanidad hasta la fecha. Esa ley no tendría ninguna validez frente al principio
de jurisdicción universal pero, en España, hace pocos años, se recortó mucho y
con retroactividad en este principio con Rajoy, ya que se intentó aplicar con
China por su ocupación del Estado del Tíbet en 1950, pero como China tenía el
20% de la deuda española en un momento de crisis… pues eso, se legisló esa
retroactividad.
Siento volver con el tema
(a quién quiero engañar, no lo siento, me interesa demasiado), pero vuelvo a
darle vueltas al tema de los símbolos, de las banderas, de la idea de España.
Hoy leía un artículo con el que no estaba 100% de acuerdo, pero casi. En cierto
momento, decía:
«Las banderas unen en la
medida en que arman un nosotros por exclusión de los demás. La exclusión
funciona en mayor o menor escala —nación, región, equipo—, pero funciona. En un
mundo ideal, por supuesto, no habría banderas.»
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